Esa frase siempre implica una excitación especial; nervios, tensión, concentración...
Ayer aquí ha sido algo parecido pero con un ambiente mucho más festivo y un toque emocional.
Todos los años es tradición el partido entrenadores-jugadores. Lo juegan los monitores y entrenadores por un lado y la generación que acaba su andadura como campistas, en este caso la del 2006.
Chicos y chicas que en algunos casos llevan más de 6 años viniendo al Campus y que han visto año a año como los mayores intentaban demostrar en cancha que ya han aprendido lo suficiente para derrotar a los entrenadores, mientras que estos últimos jamás dan su brazo a torcer.
Pero jugar este partido significa no solo un enfrentamiento de generaciones, sino que también es la señal de que el Campus se acaba y con ello se acaba el tener estos 14 días marcados en el calendario para ellos como "lo mejor del verano" y el salto a adultos. Siempre nos da pena cuando un grupo como este acaba el ciclo, pero por abajo vienen nuevas hornadas de chicos y chicas que ya están soñando con jugar ese partido.
Por supuesto... volvieron a ganar los entrenadores.
Desde Cangas, buenos días
