No quería que se me pasasen todas las entradas del blog sin aprovechar la ocasión de hablar bajo mi punto de vista de esta Villa que nos acoge verano tras verano desde hace 9 años.
Reconozco que mi primera impresión no fue buena, estamos en el año 2012, dejamos León con un sol y un calor dignos del mejor Agosto y después de un viaje eterno por una carretera estrecha y con muchas curvas, aparecí en un pueblo gris, encajado entre montañas, con un cielo plomizo y aparentemente muy bajo, como metido encima de nuestras cabezas.
Llegamos como siempre un grupo de monitores de avanzadilla a preparar todo, conocer el pueblo y hacernos con el sitio; me pareció muy curioso que en sólo aparentemente 2 calles, (una principal y otra paralela peatonal) hubiese tanta cantidad de gente, de coches, de vida, movimiento… En fin, después de conocer las instalaciones y descargar el material nos fuimos a comer algo. Entramos en el primer sitio que encontramos y el trato fue correcto pero muy seco, la gente tenía un cerrado acento asturiano y eso sí, las raciones estaban muy buenas y eran bien abundantes. La verdad que cuando a los de León nos hablan de Asturias, lo primero que vemos es el mar y desde aquí la playa más cercana estaba a más de 1 hora en bus.
Preparamos todo el material en los pabellones, decoramos la Escuela Hogar que sería nuestra casa las siguientes 2 semanas y con todo listo esperamos la llegada de los buses, que habían tenido que hacer alguna parada extra por los mareos de los chic@s.
A partir de ahí, desde que empezamos a movernos por el pueblo, a conocer a sus gentes, me di cuenta de que era un sitio muy peculiar y con muy buena gente; secos al principio pero muy amables; y con todos los que hemos tratado (farmacias, tiendas, supermercados, bares, ópticas, tiendas de fotografía…) se han volcado en ayudarnos y siempre han sido muy simpáticos y cercanos con “los nenos del campus de León”.
Con los años hemos hecho buenas amistades y creo que hemos entendido un poco mejor su manera de ser y de tratar, nos hemos dado cuenta que ese cielo gris y cargado de nubes siempre se abre a lo largo de la mañana dando paso a días alegres y a temperaturas como si estuviéramos en la misma Costa del Sol. Podría hablaros de mucha gente de aquí, que nos han ayudado y han hecho todo lo que estaba en su mano por facilitarnos las cosas a lo largo de todos estos años, los técnicos del Ayto, Víctor y Toño, los conserjes de pabellones y de instalaciones, la gente de la piscina, restaurantes y locales de Cangas que nos patrocinan… y una mención especial a Marcial y a todo el equipo de cocina que hacen nuestra vida mucho mejor aquí y no sólo a través de la comida.
Es cierto que este año por toda la situación que vivimos había mucha gente reacia a que se celebrase el Campus, y lo que todos estos años había sido un trato cordial y de cercanía con nuestros chic@s, se ha convertido en desconfianza y recelo por parte de algunos. Pero también es cierto que la gente que nos conoce y la gran mayoría de vecinos de Cangas han vuelto a ser grandes anfitriones, nos han recibido con cariño y están tan contentos como nosotros de volver a encontrarnos y escribir otro capítulo en esta historia de amor de verano que va ya por la novena temporada.
Es otro punto positivo más a sumar para el resultado de este campus; sentirte como en casa cuando no estás en León, y eso en Cangas lo tenemos.
Gracias una vez más a toda la gente de aquí
Desde Cangas, nuestra segunda casa, buenos días
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